Pinto lo que veo, lo que siento, lo que imagino. A veces pinto a partir de mis propias referencias creando un mundo más subjetivo, un universo en el que el espectador pueda participar e interpretarlo.
Cuando pinto lo tangible, la realidad objetiva, lo hago desde la admiración, y porque es a través de ello que puedo acercarme a lo intangible. Cuando estoy frente a un lienzo mi único suelo reconocible es del aprendizaje.
En la vida me siento como un nómada, necesito del cambio, de la improvisación, aborrezco el hábito, la monotonía. En mi pintura me vuelvo muy analítico, a veces casi matemático. Cada línea, espacio, color y forma se organiza en una secuencia de relaciones armónicas. No soy un pintor metódico ni espontáneo, cada logro surge a fuerza de trabajo y rigor critico.
No me siento comprometido con ninguna expresión estilística, sino con la búsqueda de esa cualidad pictórica que es capaz de reflejar una universalidad estética, psicológica y espiritual.
Ante el lienzo trato de encontrar una visión casi religiosa de la vida, dejando que mis propias experiencias me dirijan.
En mi visión pictórica, uno de los elementos fundamentales como aglutinante y vehículo espiritual es la luz. Trato de reflejarla en mi obra. Me he forzado a desarrollar una técnica compleja, laboriosa y difícil de resolver pictóricamente; búsqueda en la que todavía hoy estoy envuelto, después de tantos años de trabajo. En algunos hubo aciertos, en otros fracasos, pero de los dos he aprendido.
– Miguel Ángel Argüello
Ante el lienzo trato de encontrar una visión casi religiosa de la vida, dejando que mis propias experiencias me dirijan.